
…tout change dans ces bocages
Sentado frente a la tarde que cae sin remedio al vacío,
Oigo la triste música
Sobre un bajo continuo de hojas y de claroscuros
Que se arrastran y revolotean entre los últimos rayos del sol,
Danzan, tal vez preguntándose lo mismo que yo:
Habrá un espacio entre la luz y la sombra para el Triunfo del Amor,
O el amor es sólo la excusa para otras arias del corazón.
Mis piernas cuelgan sobre el abismo del ocaso,
Tan profundo como sus oscuras doce horas
Que constantemente se arrepienten
De las memorias idas con las luces del día.
Y allí sobre la sombra más oscura
¡Oh Muerte! ¡Oh Muerte! Terrible amante de la vida
Ángel y musa de negras e infinitas alas
Que tocan los bordes del Tiempo,
Miras mi rostro taciturno, invocas tu mirada de acero
Lanzas tu guadaña con sabor a absenta y mandrágora,
Escudriñas mi alma y oyes la música en el aire de antiguas eras,
Cierras tus alas y te sientas a mi lado, a susurrarme tus penas,
Te lamentas de llevarte al músico que con tanto amor
Cantó tu melodía preferida, esa que te hace llorar
Agua sin sal con las que borras memorias ajenas,
Tus ojos negros me invitan a tocar tu seca mejilla
Pero te apartas torpe y feroz, mientras me recuerdas:
¡Oh Muerte! ¡Yo Muerte! Terrible amante de la vida.
Y mis piernas colgadas al abismo de la noche ida, no se inmutan,
Mientras el inmenso Ángel, envuelto en piel de musa,
Se aleja con un sonido de pavana antigua
Tiñendo lo que toca con un sabor a dulce y ocre reposo,
¡Oh, Muerte! Tan sola Muerte, en tu abismo.
Molpo.